Los nombres de mi ciudad

La primera mujer, llamada Guanaroca, fue enviada a la tierra por la Luna con el fin de acompañar al primer hombre enviado por el Sol a nuestro planeta para gozar de las bellezas terrenales. Este primer hombre se llamó Hamao.

De esta manera registra la historia local de Cienfuegos la llegada de sus primeros pobladores. Luego apareció Jagua, otro presente de la Luna a la tierra para consolar la triste soledad de Caunao (nombre actual de una comunidad), segundo hijo de los primeros habitantes. Pues el primogénito, Imo o Imao, murió de sed, hambre y calor en un bosque como causa de los celos de su padre.

Poco a poco nuestros aborígenes nombraron cada sitio, cada región del territorio, imprimiéndoles su sello característico. Por su parte, Guanaroca solo dio a luz a hijos varones, en tanto Jagua solo a hembras. De la unión de unos y otras, según las leyendas, nació la especie humana.

Jagua significa principio, manantial, fuente, origen y riqueza. Fue considerada la diosa que enseñó a los hombres el ejercicio de la pesca, la caza y la agricultura. Así, llamamos hoy a nuestra  hermosa bahía.

Muchos años después, el primero de enero de 1819, Don Luis Juan Lorenzo D´ Clouet de Piettte, Teniente Coronel de Infantería y Agregado al Estado Mayor de la Habana, propuso al Capitán General de la Isla Don José Cienfuegos y al Intendente Don Alejandro Ramírez fundar una colonia en la bahía de Jagua. Esta proposición fue aceptada y formalizada el nueve de marzo.

El día 22 de abril, según el acta oficial, D´ Clouet fundaba la colonia Fernandina de Jagua, nombrada así en honor al Rey de España, Fernando VII,  y por los siboneyes de la comarca.

Los primeros colonos provenían de la Lousiana, Burdeos, Francia, Santo Domingo y otras nacionalidades. Junto a la escasa población criolla, se asentaron inicialmente a orillas del río Saladito y después en la Península de Majagua.

Más tarde, la colonia adquiere el nombre actual de Cienfuegos en homenaje al Capitán General bajo cuyo mandó se fundó. El 20 de mayo de 1829 se le concede el título de villa y en 1880 recibe el de ciudad. Hasta la división territorial de 1976, formó parte de la provincia de Santa Clara.

Así nació, de la historia misma y sus protagonistas, la forma que tenemos de identificar cada espacio o rincón de la localidad. Sus raíces, leyendas, mitos o realidades chocan con la vigencia ineludible de aquellos tiempos en los nuestros.

Por Redacción Digital

Redacción Digital de Perlavisión.

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