La salida al espacio público de la primera Ley de Comunicación Social en Cuba ha creado muchas expectativas, no solo entre quienes trabajamos en los medios, sino para quienes tienen –de alguna manera- la responsabilidad de comunicar-informar con responsabilidad (la reiteración es intencional)

Luego de amplias discusiones, corrección de fundamentos, escuchar criterios desde la ciencia y la práctica diaria, así como crear dos Reglamentos, en los decretos 101 y 102, se concreta un cuerpo legal, diría que novedoso y funcional si somos capaces de cumplir con sus preceptos y adecuarnos a los tiempos que corren en que una ciencia como la Comunicación es la vida misma.

¿CUMPLIR PER SÉ CON LA LEY?

Como lógica del comportamiento humano, no espero que desde ya cumplamos con la Ley y borremos de un plumazo viejas costumbres, que bien conocemos los periodistas, quienes nos sumamos a un escenario amplísimo, pues este fenómeno de comunicar-informar tiene un pilar básico y es la estructura comunitaria, desde el carácter geográfico y de intereses.

Creo que algo hemos avanzado desde que el uso de plataformas digitales como WhatsApp y Telegram, aparecieron en nuestra cotidianidad. Pongo como ejemplos, el trabajo que realiza el grupo Ciego Montero Sorprende, la labor de la Empresa Eléctrica Cienfuegos e incluso aquellos formados para de manera institucional, desde adentro, mantener el contacto con sus trabajadores.

Y me cuestionaba el cumplimiento per sé de la normativa, porque trabajo costará desprenderse de respuestas como: NO es el momento adecuado… NO me preguntes sobre esta o tal cuestión… Eso NO se puede publicar…  Lo que dices servirá de arma al enemigo… última justificación que más me preocupa, porque quienes nos adversan bien han aprovechado la comunicación para denigrar, confundir e “informar”, mientras desde este lado nos mantenemos a la defensiva o peor aun: en silencio por respuesta.

Claro que se pautan límites que responden al compromiso y fundamentos éticos que no podemos soslayar en medio de un complejo panorama sociopolítico no solo en el país, sino más allá de las fronteras nacionales y que siempre influirán en el comportamiento cívico, sobre todo si no se tiene conciencia de términos como el ser adecuados e insisto, responsables.

Me preocupan –más allá de la intensa preparación metodológica que conllevará a decisores, líderes comunitarios y organizacionales- las interpretaciones a los espacios indefinidos que en ocasiones dejan los reglamentos. Aparecen luego de varios años de inercia y prohibiciones, la publicidad y el patrocinio con visos de modernidad y en una situación compleja nacional, de desafíos y competencias –no precisamente en cuanto a capacidades-, sino puja en el contexto comercial, sin el debido control, transparencia y moral, pudieran convertirse en un boomerang muy nocivo para la salud social.

INTERNET VS COMUNICACIÓN-INFORMACIÓN

Este es un espacio todavía poco aprovechado para la seriedad que precisa ese binomio de comunicación-información y aunque ambos términos pudieran parecerle iguales, para este informador-comunicador, tiene límites y diferencias en una frontera bien cercana, pero con distingos sobre todo para quienes tenemos en el periodismo un oficio-profesión.

Internet es hoy día la mejor opción para comunicarnos de diversas formas, como mensajes de palabras y voz, video, las nombradas directas y dejaría otra nomenclatura para los conocidos youtubers, esos que para bien o para mal cumplen –a veces se lo creen-, una función social de comunicar e informar desde sus propias perspectivas.

Las plataformas digitales o redes sociales tienen diferencias sustanciales, en mi apreciación la más popular es Facebook, Instagram con sus exigencias en fotos, aunque incorpora otras maneras, Telegram, muy visible en los últimos tiempos y X antes Twitter, más apegada a mensajes cortos, contundentes, más politizada, incluso, también más permisible en cuanto a la divulgación con carácter erótico-sexual y de menos uso por las grandes mayorías.

Tanto estas como la web en sentido general –me refiero a páginas institucionales u organizacionales- precisan de un vuelco hacia una mejor interpretación de la veracidad de sus contenidos y la actualización constante en materia de informaciones, como aquellas que despejen dudas, brinden otra opción a la guerra mediática que se nos hace y en ese camino, tenemos mucho, muchísimo que aprender.

PRIMERAS ANOTACIONES Y TAREAS PENDIENTES

En la medida que transcurra el tiempo y la nueva Ley de Comunicación se mantenga viva entre todos, haré las anotaciones pertinentes, porque tareas pendientes tenemos para hacer una larga lista de inconformidades entre quienes ejercemos el periodismo. Faena hay en el afán de cambiar modos, de responder a la convocatoria de la prensa, exigir que se nos informe y bien y no basta con estar refrendado en un cuerpo legal.

No me adelanto a lo que está por venir, el decurso es más rico que cualquier anotación a priori. Comunicar e informar hacen un binomio que deberá llevar una interpretación y ejercicio de esta ciencia a la que todos tendremos que aportar, aprender y enseñar, porque insisto, hay vereda por donde desandar y mucho monte por desbrozar.

 

Por Boris L. García Cuartero

Médico Veterinario. Master en Dirección de Programas de TV Periodista de Perlavisión.

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